Ayer impartí una videoconferencia o telecoferencia entre La Laguna (España) y la Universidad de Villarrica (Estado de Veracruz, México). Mi disertación tuvo por título Las tecnologías y la escuela del siglo XXI, y se desarrolló en el marco del I Congreso Internacional sobre Tecnología y Educación organizado por dicha universidad veracruzana y coordinado por el prof. Gerardo Rosas. Si lo desean pueden ver la presentación multimedia con un resumen de los contenidos que desarrollé -que, una vez más, coinciden con otras charlas o disertaciones que ya he impartido en estos últimos años.
Pero lo que quiero destacar en este post, es mi reflexión sobre lo que fue participar en dicho congreso mediante la videoconferencia, que es una modalidad de intervención sobre la que tengo poca experiencia. En ocasiones anteriores había utilizado esta tecnología, pero era una acción que me requería mucho esfuerzo y tiempo organizativo por los problemas tecnológicos implicados: solicitar el equipo técnico necesario, buscar el lugar adecuado de realización, pedir el favor de que estuviera acompañándome un técnico encargado que administrar los aparatos y el software, etc. En definitiva, era un "rollo" (como decimos acá). Por esta razón, cada vez, que algun colega de alguna universidad latinoamericana me pedía una teleconferencia confieso que sufría pensando en el esfuerzo de gestión que tenía que realizar dentro de mi universidad para organizarla.
Pero afortunadamente, los tiempos van cambiando. ¿Por qué digo esto? Porque ayer, mi experiencia fue altamente positiva y sorprendente por lo fácil que resultó montar la videoconferencia. En primer lugar la impartí desde mi casa con mi propio ordenador, sin ningún artilugio o máquina especial. Para ello utilizamos el programa de comunicaciones llamado SKYPE (supongo que muchos ya lo conoceis porque en estos últimos meses se ha difundido enormemente ya que permite las conversaciones telefónicas a través de computadoras de modo gratuito). Este software lo había utilizado para realizar reuniones entre varios colegas de distintas universidades mediante la modalidad de audioconferencia -es decir, varias personas conversábamos simultáneamente mediante la computadora- Los resultados siempre fueron positivos por lo que la he repetido en distintas ocasiones.
Lo que no había probado era la transmisión mediante vídeo y audio, y como acabo de comentar, desde un punto de vista técnico la experiencia fue satisfactoria. No falló ni el sonido ni la imagen. Es decir, esto significa que cualquier persona o grupo desde su casa, el trabajo, un colegio o cualquier otro lugar simplemente con una computadora normal, una pequeña cámara y conexión a Internet se pueden organización sesiones de trabajo mediante videoconferencia.
Reconozco que la dimensión más humana o comunicativa de la experiencia fue algo "rara". Es decir, no me sentí a gusto hablando durante casi una hora mirando hacia una cámara. Sobre todo me costó ponerme en situación, es decir, ser consciente y actuar imaginándome que tenía delante a doscientas o trescientas personas. Me sentía algo incómodo por no controlar el desarrollo de la presentación multimedia, por no ver de forma directa las reacciones del público, por no vivir in situ el ambiente. El error principal que cometí fue no controlar el tiempo de mi exposición. Tenía previsto platicar 30 minutos para dejar tiempo posterior para preguntas. Sin embargo, me excedí y lo interesante fue cuando desde el público plantearon cuestiones. Son detalles a correjir para el futuro.
Lo sorprendente (y diría que mágico) es que me encontraba a casi 12.000 kms. de distancia de mi auditorio, en mi casa, en mi silla habitual, en mi despacho. No tuve que sufrir las horas interminables de avión, de aduanas, de hoteles, de estress de los viajes. Y evidentemente a la organización les salió muy barata esta conferencia. En fin, supongo que repetiré este tipo de experiencia. Esto es el signo de los tiempos. Cada vez en mayor medida experimentamos situaciones comunicativas con otros humanos mediadas a través de máquinas (y tenemos que aprender a vivenciar este tipo de comunicación como un fenómeno también humano).